Subirse al Toro

  Vuelvo a la isla y, como cada vez que vuelvo desde que vuelvo, me pongo al volante de mi utilitario y me lanzo de forma automática hacia el monte Toro. Es como un ritual, como si necesitara cerciorarme de que estoy aquí, en mitad del Mediterráneo, que es continente líquido, como muy bien dijo un notable filomenorquín.

  A medida que voy subiendo por la carretera me dejo hipnotizar por las vistas, que en cada época del año van desgranando sus tormentas de matices y, después de evitar cortésmente a los ciclistas que se afanan ufanos por coronar el puerto, saludo al Cristo que corona el monte con semblante de benevolencia. La misma benevolencia trae que el semblante del Cristo redentor de Rio de Janeiro, sin duda similar a la del Cristo que reina impávido sobre el delta del Tajo en Lisboa o la del Cerro de los Ángeles en Madrid, inaugurado en jornada festiva por Alfonso XIII hace ya unos cuantos lustros.

  Todos estos monumentos tienen puntos en común. Los cuatro coronan puntos de elevación natural o artificial, no están clavados a la cruz -son Cristos sin clavos- y me han acompañado con la mirada en sus respectivas ciudades a lo largo de todos estos años. Me falta convivir con tres más de los que tengo conocimiento y a los que no he saludado más que de pasada: el de Sevilla, el de Tudela y el de Palencia.

  Una visión de 360 grados sobre el horizonte, los refrescantes olores a naturaleza en bruto que suben del parque nacional de es Grau, comprobar que Mallorca sigue en su sitio, ni más cerca ni más lejos, tener la intuición de cómo terminará el día en función del viento, la nubosidad y el vuelo de los pájaros y romper el hechizo en cuanto el inefable teléfono móvil empieza a hacer de las suyas, siempre para bien, llego tarde a la tertulia del café.

  Cuanto más subo al monte Toro, más me doy cuenta de lo saludable que es esta manía para geolocalizarme y terminar de aterrizar. De los puntos cardinales hacia los que mira cada una de las estatuas del Sagrado Corazón hablaré en otra ocasión. Esta, la de Menorca, mira hacia el sol naciente.

2 comentarios en “Subirse al Toro

  1. Buena idea la de subir al Toro es de las experiencias que nunca cansan. Tienes que probar de subir sin utilitario, cuando coronas la cima el paisaje incluso «sabe» mejor.

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