Maese caballo

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  Si existe la memoria heredada más allá de lo que tus libros registran, oh ser humano, no tendrás dificultad en recordar nuestra histórica relación. Por eso al mirarme callas. Por eso hierve tu sangre cuando subes sobre mi lomo. Por eso te advertían los antiguos sobre los irrefrenables impulsos de conquista que te invadirían si sellabas nuestro pacto.

  Esta isla nos pertenece, así como nuestras son todas las tierras que han pisado nuestros cascos. Somos legión. Una legión de guardianes que, generación tras generación, te ha domesticado en la elegancia, la relación con la tierra y la administración de tus necesidades. Tan lejos ha llegado nuestra simbiosis que has necesitado sentirte libre de nosotros en tus ciudades y te cuesta reconocer que, en su actual alma de asfalto, te falta nuestra presencia y eso genera en ti una indefinible desazón. Por eso al mirarme callas. Porque, sin saber muy bien por qué, sabes, sabes que sé, sabes que está todo dicho entre nosotros, sabes que la música de mi paso sobre el suelo manda sobre los latidos de tu corazón y que esa comunión inventó al centauro.

  Se está acercando el verano, oh ser humano, toda esta primavera está aquí para acostumbrarte otra vez al campo. Los días están más largos y yo ya estoy esperando. Espero con impaciencia ese toque de fabiol que inaugure una vez más la ceremonia de nuestro pacto. Me nacen de nuevo las ganas de, otro año más, invadir vuestros pueblos y ciudades junto a mis hermanos para seguir recordándote -y recordándonos- eso que no se ha olvidado: que cuando te miro sé cuánto nos necesitamos.

  Por eso al mirarme callas…

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