Cartas en el cajón

mollpons 2

e{y}e

  “…Entonces nos animamos a subir a esa barca destartalada con los niños. El cartel solo exhibía “Noches Mágicas”. Poco más nos supo decir el marinero, que solo hablaba menorquín. Era una noche calurosa amenizada por una brisa suave. Llevábamos todo el día de playa en la piel y un hambre voraz en el estómago.

  La barca salió del puerto de Mahón hacia la entrada de la bahía. Era un paseo hermoso, de noche, cruzándonos con yates y veleros que todavía volvían de su jornada marina. De pronto, a lo lejos, comenzamos a ver el acantilado cuajado de velas. ¡Era precioso! Los niños comenzaron a excitarse y según nos íbamos acercando comenzamos a oír un batiburrillo de melodías y a ver a un montón de gente paseando por el borde del agua. Iba a ser complicado decidirse entre saciar el hambre, que el olor a mar no hacía más que azuzar, o hacer ese paseo.

  El barco giró a estribor y descubrimos un puerto de pescadores lleno de terrazas. Frente al amarre había un cuarteto de cuerdas con una batería (sí, extraña y acertadísima fusión), un tragafuegos, al fondo un grupo de baile frente a imperturbables soldados de época. Vimos una mesa libre junto a otras llenas de delicias y no hubo más caso: nos tuvimos que sentar.

  ¡Estaba todo exquisito! No pudimos quedarnos mucho tiempo por la excitación de los niños. Gracias le doy todavía al payaso que los distrajo un rato con sus burbujas gigantes mientras apurábamos el café, ya sabes que yo no consigo ni respirar sin mi café.

  Seguimos pues el paseo. Había de todo: un mercadillo de artesanos, un coro estupendo, actores, pasacalles, pintores, otro mercadillo medieval, tiendas de dulces, de todo. Juan se compró unas camisas y le vendieron un amuleto, los niños se volvieron locos con unas barquitas con cuerda que paseaban a lo ancho y largo del muelle… lo que yo me llevé ya te lo enseñaré a mi vuelta. Te van a encantar las fotos. Espero que podáis venir con nosotros la próxima vez.

  ¡Menorca es mágica!”

Deja un comentario