Etimología de un idò

  Acabo de empaparme en el estudio de un valioso texto de Ignasi Mascaró: “Aproximación a los valores de “idò”, funciones y melodías”. Esta misteriosa alocución, tan propia del idioma menorquín, sigue produciendo debate académico y difícil está el consenso sobre su origen último.

  Está bastante extendido el uso de “idò” como el “dons”,”donc”,”dunque” del arco mediterráneo y también se extiende la confusión cuando se lo identifica con un “i do” inglés –yo le sospecho a este comodín lingüístico una vieja asimilación al “indeed” (efectivamente) en su forma más asertiva. Tengo una amiga andaluza que lo que hace en cuanto lo escucha es arrearle a las palmas y lanzarse por bulerías: “¡Idò, y tré, y cuatro..!”.

  La etimología es un sanísimo e improbable ejercicio que, en Menorca, puede llegar a convertirse en deporte de riesgo. Así, otra fantástica palabra, “al-lot”, tiene un significado mucho más definido cuando lo traducimos como “muchacho”, sin embargo es cuando menos sospechosa la asimilación académica al “arlot” (hombre de mala vida) que se le viene atribuyendo.

Mientras tanto, en una casa de campo de Mercadal, en 1723:

-Padre, hoy ha venido el inglés a comprar calabacines, a estos no hay quien los entienda.

-¿Por qué, hijo?

-Yo le iba llenando las cajas de lo que él me señalaba y cada vez que le preguntaba: ¿paro ya? él solo sabía decir: “yes, yes, a lot!” hasta que me dejaba sin existencias.

-¿Sin existencias? Pues hijo mío, a mí más bien me resulta simpático ese “yes, a lot”. ¡Buen muchacho! ¡A lot!

-Idò, padre.

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